martes, 7 de enero de 2014

Águilas con sueños de gallinas

Una de las promesas bíblicas favoritas en el medio cristiano, se encuentra en Isaías 40.31: “pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

Este versículo es maravilloso, en parte porque nos compara con tan majestuosa ave; lo cual me lleva a estar muy agradecido con Dios, pues sería terrible si fuéramos comparados, no con un águila fuerte y valiente, sino con una débil y temerosa gallina. En verdad, creo que sonaría terrible si, en lugar de ese “levantarán alas como las águilas”, dijese algo parecido a: “aletearán como las gallinas”.

Sin embargo, es necesario saber que no somos comparados con el águila únicamente por su capacidad para renovarse; sino también porque Dios quiere que nosotros, al volar, lo hagamos como la mayor ave depredadora que existe, la cual es símbolo de grandeza, poder y belleza.

Ahora, sin duda que una de las maneras en las cuales los cristianos podemos volar (y en la cual Dios desea que lo hagamos, porque fue Él mismo quien nos capacitó para hacerlo) es soñando, imaginando y anhelando.

Nuestros sueños son como esas alas que nos permiten superar la realidad que vivimos, ésa que encontramos cuando estamos en los lugares bajos. Son como alas, sí, que nos sirven para llegar muy alto, a lugares impensados para aquellos que, por falta de fe o conformismo, renuncian a las alturas, a esa maravillosa posibilidad de volar que Dios nos ofrece.

Las águilas tienen dos alas, que juntas superan el tamaño del resto de su cuerpo, y, de la misma manera, nuestros sueños tienen que ser muy superiores en tamaño a nosotros mismos, mucho mayores que nuestras realidades; porque, sabes, la vida es un regalo demasiado grande como para ser gastado sólo en cosas que son posibles.

La gente que no espera a Jehová, vive sin tener las fuerzas del águila, y sin embargo sueña y cree, aunque sus sueños no trasciendan la vida presente; y nosotros, que esperamos a Jehová, que tenemos las grandes alas y las fuerzas del águila, debemos asegurarnos de soñar en grande, no sólo para el presente, sino para la eternidad.

Lo que digo no se trata de subestimar los sueños de alguien, claro que no; pues, además, esto del tamaño de los sueños es una cuestión muy relativa; sin embargo, al soñar, sí deberíamos asegurarnos de que nuestros sueños sean, por lo menos, más grandes que nuestras aparentes posibilidades.

El águila es también un ave depredadora, nociva, dañina y devastadora; y esto es lo que debemos ser nosotros, grandes depredadores en contra del reino de las tinieblas. Debemos asegurarnos de tomar una posición de ataque en contra del enemigo, y no sólo una posición pasiva o defensiva.

Jesús, en Marcos 16.15, no dijo: “Y al que venga a preguntarles por el evangelio, se lo predican; pues ustedes son sólo gallinas, que no pueden llegar muy lejos”, sino que más bien dijo algo parecido a: “Vayan, prediquen el evangelio; pero sueñen en grande, no se conformen sólo con Jerusalén sino que lleguen a todo el mundo; ataquen al reino de las tinieblas… Sean como águilas.

Sé que el camino que lleva al cumplimiento de tus sueños tiene algunos tramos que más bien parecen pesadillas, y esto se debe en parte a que en la agenda de Satanás se han programado citas contigo, para convencerte de que dejes de soñar. Sin embargo, tú necesitas saber que también existe una agenda divina, y que en ella hay un día establecido para cumplir tus sueños, e incluso un día para resucitarlos, si es que éstos ya han muerto.

Así que, recibe las nuevas fuerzas del águila, que Dios te dará al esperar en Él; pero asegúrate de que esas fuerzas sean usadas como conviene: volando, y no aleteando; siendo un águila con sueños de águila, y no un águila con sueños de gallina.

Comienza a soñar en grande, y a creer en tus sueños; no los vayas a cambiar tan fácilmente, a no ser que Dios mismo te los cambie por unos sueños mejores; cambia la frase “Un día de estos” por un “Lo haré hoy”; y no seas de aquellos que esperarán a llegar al final de sus días para preguntarse: “¿Qué hubiera pasado si lucho por mis sueños…?, ¿Será que, contrario a lo que creía, esos sueños que tuve sí podían llegar a ser una realidad…?”

Hazlo hoy, porque es tu tiempo; y hazlo porque, si no luchas por tus sueños, vas a terminar tu vida con una deuda impagable, contigo mismo y con el Dios que te dio la capacidad de soñar y que te llenó de talentos para cumplir tus sueños (Mt. 25.14-30).



Escrito por Juan Diego Llanos, para la 8ª edición de la revista Generación con Promesa, de Ecuador.

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Referencia Bíblica:
Las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR). Modificadas en algunos apartes.

Fuentes:

1 comentario:

  1. hola visito nuevamente tu blog, sean muy bendecidos hoy y siempre.
    mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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