Casi todos hemos recibido la llamada telefónica de un vendedor de tarjetas de crédito. Sí, de esos que te contactan gracias a que un conocido tuyo les suministró tus datos de contacto y que, luego que respondes a su saludo, dan rienda suelta a una lengua indomable que ni siquiera tiene la delicadeza de preguntarte si tienes tiempo para atenderle.
En días pasados fui declarado objetivo militar de una de estas fieras de las ventas, quien en mi historia quedaría registrada como La Lengua Más Rápida del Oeste o Quick Tongue, capaz de pronunciar más de 250 palabras por minuto sin respirar, entrenada bajo las condiciones más adversas, y con capacidad incluso para hablar ferozmente debajo del agua (estoy seguro de ello).