Cierto día, yo iba pasando por lo que, a simple vista, parecía una “semana de la moda”, o fashion week, bien extraña por cierto. No era en Corferias, sino en las montañas; y los modelos, sólo usaban trajes militares y hasta armas, por lo cual la colección se hubiera podido llamar “Colección Terminator Primavera – Verano 2012” ¡Wow!
Me encontré, entonces, justo al frente de la tienda del que pensé era uno de los diseñadores invitados, cuyo letrero titulaba: “Tienda Ralph Lauren, nueva administración, atendida por su propietario”. El nombre me sonó como conocido y, pues, la curiosidad que mató al gato a mí me hizo entrar a la tienda de don Ralph. Eso sí, me tocó abrirme paso en medio de la gran multitud que allí había, y que extrañamente (insisto) vestía ropa militar, trajes de guerra. “Bueno, debe ser que se van a poner de moda nuevamente la ropa camuflada y las boinas” – Me dije.
Pude ver que la multitud rodeaba a un joven rubio, y pensé que sería uno de los modelos de ropa infantil, de la última colección para Boy Scouts, o algo así; y, como que toda la reunión de militares, en compañía del diseñador, giraba en torno a este chico, a quien decían cosas como “póngase esa pinta mono”, “con ese traje sí vamos a vencer”, “si no se cambia esa ropita de colegio, no va a poder hacer nada”. Alrededor nuestro, las cámaras de Sweet y de Estilo RCN (Dícese de programas de moda y farándula colombianos) que nos asediaban ahora que “éramos” famosos, y las cámaras fotográficas nos perseguían. Bueno, yo les dije: “con orden, uno a uno, hay turno para todos”. Porque este chico necesitaba un manager, y yo era el indicado para ''protegerlo'' y atender los jugosos contratos que “nos” llegarían.
Don Ralph, por su parte, estaba tomando las medidas para ajustar un gigante traje camuflado que el joven había traído y que a duras penas podía arrastrar por su peso, en el cual cabían por ahí unos tres jóvenes como aquel rubio; era un traje metálico, y al respecto el joven hacía la observación: “por favor, que sea bota entubada, nada de manga sisa y, eso sí, que no me falte el carriel y la cauchera”. “Bueno, mi nuevo protegido necesita una asesoría de imagen y un mejoramiento en sus gustos, pero con la fama que ‘estamos’ ganando todo eso lo arreglamos, mijo” – Me dije. Al mismo tiempo que le tomaba las medidas el diseñador, el joven rubio nos contaba: “Ahora que llegué, me estaban tratando de chismoso, y me confundieron con el reportero de Sweet (Dícese de programa de farándula colombiano, balo el slogan ‘el dulce sabor del chisme’), pensando que yo venía a sacar fotos y filmaciones amarillistas, y hasta mis propios hermanos me dijeron: ‘Vos lo que querés es tomarnos fotos pa montarlas en tu Facebook, home; ándate home, ándate’” .
Le tomaron las medidas, traje rápido a producción, y se lo enchutaron; con marquilla de caballito con su jinete y todo. Le cogieron bota tubo, le hicieron los rotos y el desgastado de moda, bufanda con taches metálicos a la moda y zapatos estilo Converse plateados; pero, el muchacho se cansó muy pronto de la fama que “estábamos” ganando y, yo no sé por qué, se enojó y echo por un lado el traje que le estaba arreglando don Ralph, y eso cogió su cauchera y su carriel, el cual llenó de piedras, y se fue pa donde el modelo más alto de la semana de la moda, que usaba ropa de un diseñador llamado Tony GilFigueroa, y aquel grandulón dijo: “Cómo me traen este chichipato home, ¿Soy yo perro, para que venga este chino a mí con palos?” Ayyy, entonces comprendí que esta vaina no era ninguna semana de la moda, y como que se estaba calentando, y bien feo; por lo cual pensé que este muchacho ya no necesitaba un manager sino un plan exequial.
Yo le dije al muchacho: “calmado, calmado, todo bien, pon la otra mejilla, a palabras necias oídos sordos, dime con quién andas y te diré quién eres”, y todos los refranes que me pasaron por la mente le dije, pero nada; este monito como que era más bravo y le dijo al grandulón “Venga a mí, y daré su carne a las aves del cielo y a las bestias del campo"… “Ayyyy, no, pero por qué siempre yo resulto del lado de los problemáticos, home, ¡este chino quiere que nos liquiden!” – Me dije.
Entonces yo, muy preocupado, saqué mi bandera blanca y le grité al grandulón “Perdónalo porque no sabe lo que hace, home; este pelado ha estado como nervioso últimamente, ya la mamá no sabe ni cómo controlarlo. Sepa usted disculpar profesor Jirafales, peace and love, la venganza nunca es buena mata el alma y la envenena”; pero, mientras yo arreglaba el chicharrón que este mono había armado, a mis dulces y reconciliadoras palabras se le sobrepusieron las de este monito peleonero, a quien vi meter un pique con su carriel lleno de piedras y, cuando menos pensé, le siguió dando coba al grandulón y le dijo:
“Usted viene a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a usted en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien usted ha provocado. Jehová le entregará hoy en mi mano, y yo le venceré, y le cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.”
“Se calentó esto” – Me dije; y le dije al grandulón: “no, sabe qué home, yo la verdad no conozco a este chino, sino que quería evitar que lo linchara usted, señor asesino; pero sabe qué, si quiere yo se lo tengo pa que le dé su pela”. Sin embargo, antes de yo terminar de hablar, apenas pude escuchar un estruendo y mirar como una piedra que había salido de la cauchera del monito se había clavado en la frente del grandulón, y entonces caía al suelo. Yo, con el compromiso que me caracteriza con mis héroes hasta el final, le dije “eso mono, hagámosle, nosotros podemos, no nos rindamos”, y en cuestión de segundos retomé mi contrato como manager del nuevo especialista en gigantes, a quien conocí al viajar en el Delorean desde los últimos tiempos hasta 1 Samuel 17; su nombre, David, días después llamado “rey de Israel”.
"Aceptación", una palabra que frecuentemente nos cuesta conjugar en primera persona, y que es básica para construir nuestra felicidad. A menudo, somos hallados luchando contra lo que somos, y no me refiero a la lucha por ser mejores que está bien luchar, sino que hablo de los grandes esfuerzos que eventualmente hacemos por ceder ante la presión de una sociedad que nos dice que nuestro físico y nuestra forma de ser son inadecuados y/o anticuados para alcanzar lo que queremos. Eventualmente, los cristianos sabemos a qué se refiere esto, cuando vemos nuestros valores y celo por obedecer a Dios ser atacados por patrones externos que nos presionan para ser diferentes.
Muchas voces que vienen y nos dicen casi a diario que “no podremos lograr lo que queremos con lo que somos, con lo que tenemos, con lo que vivimos”, y por eso nos insisten en que “necesitamos parecernos al resto del mundo, necesitamos renunciar a ciertas cosas”, cosas que nosotros sabemos que son muy importantes, aunque no lo sean para los demás. Nos insisten con argumentos como “no podrás ocupar el cargo al que aspiras, mientras que no estés dispuesto a decir mentiras piadosas”, “no podrás ser exitoso, mientras que rehúses tomar licor para hacer vida social”, “si continúas vistiendo de esa manera tan conservadora, sin mostrar más piel, no podrás conquistar a la persona que quieres”, entre muchas cosas más.
Una de las decisiones que nos traerá más satisfacción en la vida es “aceptarnos a nosotros mismos, y ser quienes somos por convicción”; no por rebeldía ni por complacer a los demás, sino por obedecer a Dios, por ser verdaderos cristianos y por no negar que somos de Jesús. El rey David, al enfrentar a Goliat, no negó lo que era, ni espiritual ni humanamente, pues exaltó a Dios con su proceder, y renunció a luchar de una manera totalmente diferente a la que él conocía. Dejó de lado una extraña armadura y, aceptando su condición, se atrevió a luchar según sus posibilidades, continuando con su confianza puesta en El Dios que siempre le había dado la victoria.
Es cierto que, al mirar a nuestro enemigo ponemos cara de villanos y luchamos, pero sabemos que nuestra victoria no depende de eso sino de Jesucristo.
¡Hasta pronto!
Referencia Bíblica:
Las citas bíblicas (RVR 1960) son de la versión Reina-Valera © 1960. Modificadas en algunos apartes.
Fuente Imágenes:
Para conocer la fuente, haga clic en cada imagen.
Para conocer la fuente, haga clic en cada imagen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario