martes, 17 de abril de 2012

Volver al Futuro - Un Camino en Medio del Mar


Delorean, la nave para viajar en el tiempo de Back to the Future (Volver al Futuro), es real, existe, está, es o, como diría Laura en América, “Hay video”. Así es, debo dar fe de esto y decir que la noche anterior la usé, y tuve en ella una experiencia extraordinaria, la cual relataré a continuación.

De repente, aparecí en un escenario con dos campamentos enemigos, dos ejércitos enfrentados a muerte; aunque, para ser sincero, uno de los ejércitos no lo parecía en realidad, tenía más pinta de sindicato de campesinos o algo así. Separando los bandos, además de la oscuridad de la noche, se encontraba una espesa y extraña nube, que al ejército llenaba de gran oscuridad, mientras que a los campesinos brindaba grande luz sin igual.

En medio de los campesinos, que de entrada me cayeron bien y pude ver que eran los buenos del paseo (Todo hay que decirlo, dijo el abuelo), un hombre anciano con pinta de buena gente, y que no soltaba de su mano un largo palo o vara, como esos que se usan para “arriar ganado”. Era el líder del combo, al cual llamé entonces “mi amigo”.

Este hombre, alias “mi amigo,” se veía en medio de una difícil situación, pues tres cosas le habían hecho “la encerrona” y le habían metido en una tremenda prueba: Al frente, tenía un furioso mar que con sus olas le decía “tengo ganas de tragarte”; a sus espaldas, este salvaje ejército enemigo del cual sólo lo salvaba por el momento la nube que tenían en medio; y, por todos lados, a un pueblo que parecía una manifestación sindical en su contra, o un grupo de furibundos reclamantes de alguna EPS, Sisbén, TransMilenio o alguna otra empresa de servicios públicos, y como que el único representante de “servicio al cliente” era él, el hombre que tenía una vara en la mano ¡Pobrecito! En medio de los reclamos, alguien manifestaba, según alcancé a oír “No, pa qué nos trajo a este paseo, home; nos hubiéramos quedado en la casa viendo películas o chateando en el Face”. Ah, mi amigo de la vara la tenía como difícil, y entonces más ganas de apoyarlo me dieron.

En medio de los reclamos de aquella “oficina de servicio al cliente”, cuando vi a aquel noble hombre levantar el palo que llevaba en su mano, pues no le vi mucho chance de triunfar con semejante “armita de juguete”, para ser sincero; pero, con mi compromiso de hincha fiel le dije: “eso, hágale, dele palo a esos malos” y “el pueblo, unido, jamás será vencido”. Mi voz exterior difería enormemente de la interior, con la cual decía “Ayyyy, pobrecito, lo van a linchar” y “a la ‘I’, a la ‘O’, este paseo se acabó…. Ayyyyyyy… ¡Nos van a acabar!” Pues el ejército enemigo sí que se veía que estaba compuesto por hombres de guerra, armados hasta los dientes como Terminator.

Ay, cuando yo veía que mi amigo no tenía forma de escapar de esta “trilogía de desgracias”, lo vi que se arrodilló, y dije: “¡Dios mío! ¡Se nos desmayó! ¡Llamen al 911!”, pero resulta que estaba era haciendo una oración, y lo único que alcancé a oír después fue una voz muy fuerte, que no sé de dónde salió, que le dijo “¿Por qué clamas a mí?”…. Ayyyyy, me dio la tembladera, y me dije “No, ahora sí, en la inmunda; ya no son tres problemas, sino cuatro. No lo dejan ni arrodillarse a orar un ratico”.

Me asusté tanto que, tuve serias intenciones de acercarme a un man del ejército enemigo que tenía colgando en su coraza un letrero que decía “Todo operador, minuto a $200”; pues pensé en llamar gente que nos apoyara, por lo menos en oración; pero desistí finalmente, porque no era una buena idea acercarse a nuestro enemigo (Y digo “nuestro” porque lo que era con mi amigo, ¡era conmigo!).

Se levantó mi amigo, con la vara en la mano, y pues yo seguí dándole ánimo: “¡Eso, deles a esos malos con el palo, no se deje, y deles también a esos compañeros suyos, que se lo merecen!” Para ser sincero, luego de mis “ovaciones”, fui objeto de múltiples odios en medio del pueblo, por lo cual me comencé a portar un poco más prudente desde entonces, ya que no me encontraba interesado en alargar mi listado de enemigos favoritos; bastaba con el ejército de Terminators que tenía al frente mío.


Con asombro miré que mi amigo no se había levantado para ir hacia los soldados enemigos, sino que iba hacia el mar… “Ay, Dios mío, no es buena hora para nadar amigo, además esas aguas no son termales para que te relajes en estos momentos tan tensos” - Pensé. Lo vi extender su mano con el palo sobre el mar, y me dije “ayyyy, ¡Lo enloquecieron estos rebeldes, Dios mío!”. Pero, entonces, sucedió una de las cosas más asombrosas que jamás vi, y que jamás olvidaré: Se comenzó a abrir un camino en medio del mar¡Ayyyy, mamitaaaaaa, ahora me enloquecí fui yo! – Pensé.

El pueblo de campesinos comenzó a avanzar, y a meterse por aquél asombroso camino con paredes de agua, y pues me dije a mí mismo: “Mí mismo, ¿pa dónde va Vicente? Pues, pa donde va la gente”, y me metí en el camino del mar, al tiempo que le decía a los rebeldes “es que yo siempre les dije que confiaran en mi amigo, al igual que yo, home” y a mi amigo le decía “venga para acá amigo, acá estamos sólo los valientes”. Nada detuvo el pique que nos pegamos, acelerador a fondo hasta el otro lado, ni siquiera el barco que nos encontramos cargado de oro y hundido en el fondo del mar; menos, viendo un tiburón que estaba en medio de la pared de agua a nuestro lado y que le decía a dos de sus compañeros “¿Tienen hambre?, háganle que yo gasto”… "¿Yo gasto? ¡Acelerador a fondo mijo!" - Me dije.

Llegamos al otro lado del mar, pero la valentía se me agotaba al ver que el ejército de malos también estaba cruzando el camino en medio del mar. Miré a mi amigo aterrado, para ver qué hacíamos; y él extendió de nuevo su mano con lo que para mí ya no era una simple vara y, de nuevo, algo asombroso: ¡El mar se cerró, y cubrió a “nuestros” enemigos! ¡Sí! ¡A los Terminators!

Se habían averiado extrañamente los carros de los enemigos, quedando inmóviles mientras el agua furiosa caía sobre ellos. Aquel camino en medio del mar, que para nosotros había significado la vida al marchar, para nuestros enemigos se convirtió en su último lugar, un lugar del cual jamás pudieron regresar.

Mirando una gran cantidad de enemigos sin vida sobre el mar y la cara de satisfacción de mi amigo (Cuyo nombre olvidé decirles, se llama Moisés), con emociones lo suficientemente fuertes para un sólo día, decidí volver al futuro en mi máquina del tiempo, y le cambié la fecha pasando de “Éxodo 14” a “Últimos tiempos”, mientras que en mi corazón daba vueltas la siguiente reflexión:

Es cierto que Dios pelea por su pueblo (Éxodo 14: 14), pero sobre nosotros pesa la responsabilidad de actuar. Aunque a veces lo olvidamos, la instrucción de Dios es clara: “Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7: 7,8). En resumen, Dios nos dice: “Actúen”.

Extrañamente creemos a veces que, si algo es la voluntad de Dios, llegará a nosotros sin ninguna clase esfuerzo de nuestra parte; olvidando cosas tan ciertas de nuestra historia como que, aunque Dios tenía una tierra prometida para Israel, requería de parte de ellos que marcharan y actuaran con fe; a pesar de que Dios estaba sacando a su pueblo de Egipto, era necesario que al gran poder de Dios se añadiera un toque de acción de parte de Moisés y del pueblo entero, porque de lo contrario jamás hubiera existido un camino en medio del mar.

Tristemente, encontramos personas cargadas de anhelos, pero que no actúan para alcanzar lo anhelado, con el argumento de que “Dios les traerá lo que quieren”… ¡Váyase con ese manto a misa, mijo!... "No, pues sabe qué, Dios, mejor no nos lleve a Canaán, tráigala más bien acá a Egipto, y montamos una embajada de Canaán acá”… ¡A verrrrrrrr!

Encontramos a hombres solteros que piden una esposa, pero no mueven ni un dedo para buscarla, contrario al ejemplo del mismo padre de la fe, Abraham, quien actuó para encontrar esposa para su hijo Isaac (Génesis 24). Vemos desempleados que piden trabajo, y se levantan a medio día para seguir con la siesta y ni una hoja de vida envían. En fin, en muchos aspectos de la vida, encontramos a personas (Dentro de las cuales a veces nos encontramos a nosotros mismos) que no actúan, por lo cual no reciben, no hallan y no se les abre.

¿Por qué clamas a mí?”, dijo Dios al gran Moisés (Éxodo 14:15), porque sin acción la oración no es suficiente; y esto aplica para la mayoría de las situaciones que vivimos a diario, para cada cosa que anhelamos y que, posiblemente, no hemos recibido por no marchar en su búsqueda.

Se necesita a alguien que crea y actúe para que exista un camino en medio del mar; se necesita que creamos y que actuemos, para que los problemas podamos atravesar y para que un día a nuestros anhelos logremos llegar.

Es verdad que la fe a veces espera, pero casi siempre actúa.


¡Hasta la próxima!



Referencia Bíblica:
Las citas bíblicas (RVR 1960) son de la versión Reina-Valera © 1960.
Fuente Imágenes:


4 comentarios:

  1. Jajajaja JuanDi me rei mucho! Tienes un espiritu de niño en tu interior q luego transportas al hombre que la experiencia a formado,,, me alegra q tu hayas actuado! te leeemos ;) Ylny

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    1. Gracias linda! Me alegra que te haya gustado... Me encanta que me leas!

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