viernes, 30 de marzo de 2012

La Piedra En El Zapato



Mientras se dirigía a una velocidad vertiginosa hacia la cabeza de un hombre de enormes proporciones y de mirada enemiga, venían a su mente muchos pensamientos del pasado que hasta entonces comprendía.

Toda su vida había estado esperando este momento, para entender por qué Dios había hecho que existiera, y por qué había permitido todo lo que en su pasado viviera.

domingo, 18 de marzo de 2012

El Caballero sin Cabeza



Hubo una vez un cuerpo humano bastante extraño. Su rareza no consistía en razones como que poseyera una gran nariz o una gran boca, ni tampoco en que le faltara cabello. Lo verdaderamente raro de aquel organismo era que sus miembros se podían comunicar entre sí, y esto por medio de un lenguaje que únicamente entendían ellos mismos. En este insólito cuerpo se encontraban miembros tan extraños, como aquel pie que se había postulado diez veces para ser elegido como oreja, y siempre “se había quemado en las elecciones”; o como aquella barriga que tenía vocación de pie, y siempre estaba regañando a los pies porque, según doña barriga, “se equivocaban mucho al escoger el camino más corto para ir a comer”. Era un organismo bastante atípico, en el cual cada miembro podía manifestar su propia opinión al interior del cuerpo.

sábado, 10 de marzo de 2012

Carrusel de Señales


Con el tiempo he aprendido que entre las frases más delicadas de pronunciar están aquellas relacionadas con una señal de parte de Dios, y que normalmente son algo así como “Dios me dijo” o “Dios me mostró”.

Y es que, es cierto que las señales de parte de Dios son algo bíblico, pues fueron otorgadas por Él a hombres como Gedeón, para que saliera a luchar por la libertad de su pueblo (Jueces 6: 36-40); y también al siervo de Abraham, para confirmarle cuál era la esposa para Isaac (Génesis 24: 12-27). Sin embargo, me he encontrado a lo largo y ancho de mi vida con personas que manifestaron “haber recibido señales de parte de Dios”, por lo cual tomaron ciertas decisiones que hacen que hoy se encuentren sufriendo duras consecuencias; lo cual no es coherente cuando hablamos de un Dios cuya voluntad para nosotros es agradable y perfecta (Romanos 12: 2).

sábado, 3 de marzo de 2012

Póngase Agüita Tibia

Hoy es de nuevo viernes, gracias a Dios; y la semana va llegando a su final y trayendo consigo nuevas reflexiones, de las cuales quiero compartir una.

Esta mañana, mientras me dirigía a mi lugar de trabajo, en el hoy famoso y muy criticado TransMilenio, tuve una nueva “choco aventura”. De repente, mientras que el bus articulado iba en movimiento, percibí “de reojo” que la misma masa de personas que una estación atrás no habían dejado un solo rincón para que alguien más se subiera, comenzaron a abrirse hasta quedar en el centro y con buen espacio una pequeña niña de unos 7 años quien, acompañada por una señora que asumo era su madre, venía envuelta en una bufanda que su acompañante le apretaba con fuerza en su boca, haciendo de ella algo así como “un tapón”. Finalmente, a pesar de los esfuerzos de la “acompañante tipo corcho”, el problema salió a la luz pública y, mientras que oía un sonido que me recordaba las caídas de agua en mis idas al río, ¡la pequeña se vomitó! o como alguien dijo una vez por ahí “se gomitó”. ¡Ah vaina! la niña se mareó con el vaivén del bus, y la bufanda apretada no impidió que fluyera aquel líquido ya conocido por todos y del cual no voy a hacer ninguna descripción.